PRI, nueva (de)generación
CIUDAD DE MĆXICO (Proceso).- Una imagen dice mĆ”s que mil palabras. La elocuente fotografĆa publicada en la pĆ”gina 15 de Proceso (2011) la semana pasada muestra al entonces flamante presidente, Enrique PeƱa Nieto, rodeado de sus sonrientes correligionarios en pleno disfrute de las mieles del poder. Me pregunto a cuĆ”nto ascenderĆ” el monto del erario que han llevado a sus bolsillos, abusando con rapacidad incontenible de los cargos que ostentan u ostentaron. Se siente el espĆritu de cuerpo, la solidaridad inquebrantable con los principios fundamentales de su partido: “La moral es un Ć”rbol que da moras y vale para una pura chingada” (Gonzalo N. Santos) y “Un polĆtico pobre es un pobre polĆtico” (Carlos Hank GonzĆ”lez).
¡EstĆ”n todos arrestados!, exclamo en silencio al imaginar los barrotes de la escalera del fondo cubriendo a todos los orondos personajes que se sienten y actĆŗan como dueƱos del paĆs, no como sus servidores. ¿CuĆ”ntos aƱos de cĆ”rcel sumarĆan los ufanos sujetos ahĆ retratados si realmente se les aplicara la ley? Tal vez no sean todos los que estĆ”n y ciertamente no estĆ”n todos los que son, pero el retrato de la cofradĆa tricolor exalta la nostalgia de justicia.
¡La familia del Partido Revolucionario Institucional sigue en pie! Fiel a sus convicciones de garantizar la impunidad de los camaradas y socios hasta la ignominia (o hasta que sean arrestados en el extranjero). Complicidad obliga. “Aunque si me agarran, protege a mi familia y yo no digo lo que sĆ© de ti”, parece susurrar el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, quien aun despuĆ©s de haber sido detenido en Guatemala no ha perdido su sardónica sonrisa. Algo sabrĆ”. Parece seguro del valor de su silencio. AdemĆ”s, su cinismo lo fortalece.
Desmemoriado, el presidente dice no recordar haber nombrado a su generoso (ex)amigo “Javi” como ejemplo de “la nueva generación del PRI”, junto con “Beto” Borge, exgobernador de Quintana Roo, quien antes de abandonar el poder armó su “paquete de impunidad transexenal” y, aunque se desconoce su paradero, aun cuenta con 44 escoltas y 12 vehĆculos oficiales, asĆ como una impunidad mĆ”s valiosa que todo lo que se robó; y a CĆ©sar Duarte, exgobernador de Chihuahua, tambiĆ©n prófugo de la justicia por su corrupción y desfachatez insuperable.
En primera fila, de izquierda a derecha aparecen tambiĆ©n: Eruviel Ćvila, gobernador del Estado de MĆ©xico, hoy diligente operador de campaƱa del candidato priista a sucederlo, cueste lo que cueste. En seguida, sumido en su impasible disimulo, Rodrigo Medina, entonces gobernador de Nuevo León, quien estuvo preso sólo 18 horas, aunque sigue enfrentando un juicio acusado de peculado y daƱo al patrimonio estatal; AndrĆ©s Granier, otrora gobernador de Tabasco, hoy preso, tambiĆ©n acusado de corrupción; Juan Sabines Guerrero, hoy exgobernador de Chiapas, otro de los beneficiarios de la impunidad otorgada por el gobierno de PeƱa Nieto, premiado con el consulado en Orlando, Florida, a pesar de que la AuditorĆa Superior de la Federación presentó desde noviembre de 2013 ante un juzgado de distrito un reporte de presuntas irregularidades financieras detectadas durante la gestión de Sabines por 40 mil millones de pesos. A su izquierda, la ya mencionada dupla Duarte, saboreando su desmedida codicia, cuyo fin y castigo estĆ”n cerca.
Al presidente PeƱa Nieto se le ve complacido, con la imperturbabilidad que le confieren su investidura y su entrenamiento histriónico. DetrĆ”s, el entonces mandatario de MichoacĆ”n, Fausto Vallejo, cuyo expediente se encuentra en la Comisión de Justicia Partidaria del PRI, donde se analiza su posible expulsión (JesĆŗs Reyna, quien fuera gobernador interino de MichoacĆ”n cuando Vallejo pidió licencia por razones de salud, fue detenido por la ProcuradurĆa General de la RepĆŗblica en abril de 2104, acusado de establecer compromisos con Los Caballeros Templarios); enseguida, el ya referido Roberto Borge, en pleno despliegue de su desvergüenza, y RubĆ©n Moreira, en aquel tiempo gobernador de Coahuila, de maƱas y alcurnia familiares aĆŗn por desvelarse, en el goce que procura la inmunidad. En la parte superior de la fotografĆa aparece Egidio Torres CantĆŗ, quien gobernaba Tamaulipas, tambiĆ©n aficionado a los lujos palaciegos y a las amistades peligrosas, e igualmente intocado por la justicia. Hasta ahora. Y ya no sigo la enumeración, que no pretende ser exhaustiva. (Tomo la información del estupendo reportaje de JosĆ© Gil Olmos).
En ese retrato de familia estĆ” plasmada con prĆstina fidelidad lo que ha sido y es el partido que hoy ha vuelto a (des)gobernar y a desmadrar al paĆs debido al masoquismo del electorado mexicano, mencionado por Mario Vargas Llosa tras el retorno del tricolor al poder. ¿Es Ć©se el gobierno que merece MĆ©xico? Me niego a aceptarlo. Dudo que los ciudadanos de este paĆs gocemos del maltrato que nos han propinado nuestros gobernantes. MĆ”s bien estamos hartos de su ineptitud, de su inmoralidad pĆŗblica y de su cinismo sin par.
La clase de polĆticos que hemos padecido ha estado muy por debajo de la responsabilidad histórica que le hemos conferido con nuestro voto o nuestra negativa a sufragar. Ello revela que quienes acceden a las altas esferas del poder no han sido los mĆ”s aptos ni los mĆ”s rectos, sino los mĆ”s ambiciosos de poder y riqueza, asĆ como los mĆ”s habilidosos para escalar dentro de las estructuras partidarias, allegĆ”ndose aliados polĆticos y financieros. Y ello tambiĆ©n muestra que, dentro de las mediocres opciones que nos han presentado los partidos, los electores hemos escogido, en el mejor de los casos, a los menos malos. A esa circunstancia es necesario agregar que nuestros procesos comiciales casi nunca han sido libres y equitativos, sino que han estado plagados de irregularidades cada vez mĆ”s ingeniosas y peligrosas, como lo es la infiltración del narcotrĆ”fico en elecciones y gobiernos plasmada en la fotografĆa de la congregación priista.
En los próximos comicios del Estado de MĆ©xico, Coahuila y Nayarit –asĆ como en los de 2018– la nueva (de)generación del PRI merece ser derrotada. Basta de caquistocracia cleptocrĆ”tica.
Este anÔlisis se publicó en la edición 2112 de la revista Proceso del 23 de abril de 2017.
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